Apenas su esposo salía de casa, la esposa desobediente Hayama, despreciando los lazos matrimoniales de tantos años, llamaba a su amante miserable para que ambos pudieran satisfacer sus instintos animales. Aunque ya estaba casada, ella no sentía en absoluto culpa ni remordimientos por actuar de esta manera. Seguramente porque él no podía satisfacer sus necesidades físicas, ya que ella exigía relaciones sexuales todos los días mientras él estaba muy ocupado con el trabajo y no podía ayudarla a cumplir sus deseos lascivos. Pero tampoco se le puede culpar completamente a ella, en parte se debe a que el esposo estaba demasiado absorto en su trabajo, negándose a dedicar tiempo a la familia, por lo que perder a su esposa era algo comprensible.
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