Su marido se iba a trabajar, estaba solo en casa y tenía que limpiar y ordenar todo, así que a Momota se le ocurrió un nuevo juego, que era la masturbación, que la ayudaba a sentirse feliz, placentera y la hacía más feliz y excitada. Desafortunadamente, en ese momento, fue atrapado por su esposo, también era una persona extremadamente lasciva, lo que hizo que surgiera el demonio de la lujuria en él, solicitando y agrediendo sexualmente constantemente a esa pobre cuñada, qué esposo bastardo.
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