Acabo de comenzar a trabajar en un sitio de construcción en lo profundo de las montañas. La hermana Ruisa es mi superiora, aunque es mujer, hace este tipo de trabajos pesados mejor que los hombres. Como soy nuevo, todavía no estoy acostumbrado al trabajo, así que la hermana Ruisa a menudo me regaña. Sin embargo, cuando supo que no tenía suficiente dinero para comprar almuerzo y que aquí no hay una tienda de conveniencia, la hermana Ruisa amablemente me compartió su comida. Por la tarde, de repente cayó una fuerte lluvia, todos se fueron a casa, quedando solo yo con la hermana Ruisa para llevar la madera adentro. Cuando estábamos volviendo, la hermana Ruisa quería que parara para ir al baño. Pero la lluvia había hecho que el barro se ablandara, haciendo que las llantas se hundieran y no pudiéramos movernos. Solo pudimos quedarnos en el auto esperando que la lluvia pasara. Al ver su cabello empapado por la lluvia y sus abdominales tonificados, con los músculos marcados en su piel húmeda, mi cuerpo se sentía inquieto. En ese momento, un trueno resonó, y la hermana Ruisa inmediatamente se acurrucó contra mí. Esta es la primera vez que descubro el aspecto sumamente encantador de ella. Dos personas en el coche, afuera está la tormenta. La preocupación nos ha acercado más, y los sentimientos de ambos han ido floreciendo poco a poco, nuestros cuerpos se presionan uno contra el otro, el coche se balancea muy bien con la situación de la tormenta afuera...