Ese día, ya era pasado medianoche cuando salimos del cliente después de resolver una queja. No había más trenes y no había ningún lugar donde matar el tiempo hasta el primer tren. Mako, mi jefe, que vive relativamente cerca de mí, dijo: “Me quedaré a pasar la noche.” No hice nada… pensé que no pasaría nada… Mako durmió en el hermoso sofá… La besé sin querer.
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