Hiroka Suzuno descubrió a un joven sin hogar que vivía en el vecindario cerca de su casa. Al ver la pobreza en la que se encontraba, siempre sentía compasión y quería ayudarlo. Un día, mientras regresaba del mercado, Suzuno compró ropa nueva para regalarle, ya que vio que la ropa del chico estaba toda sucia, y también compró comida para la noche en su tienda. Ambos solían charlar y comunicarse durante su tiempo libre, mientras su esposo estaba en el trabajo, completamente absorto en sus responsabilidades, sin darse cuenta de que su esposa estaba a punto de caer en manos del indigente.
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