Makoto ingresó a la escuela interna al mismo tiempo que su padre se volvió a casar. La vida estudiantil divertida había terminado, y ese era el día de la graduación. En el camino a casa, donde no se suponía que hubiera nadie, su suegra, Aya, corrió hacia ella con una sonrisa. Makoto no pudo ocultar su alegría al reencontrarse con su suegra, a quien había amado desde el primer vistazo. Ambas organizaron la ceremonia de graduación para compensar el tiempo que estuvieron separadas. 'Este es un regalo para Makoto que ha crecido', dijo Aya, tocando suavemente su piel. Y ella subió un escalón más para madurar.
Deja un comentario