Según la solicitud de mi esposo, que trabaja para una editorial, decidí cuidar al novelista erótico a cargo durante aproximadamente una semana. Recuerdo que saludé al maestro el primer día y bebí el té que me sirvieron, pero de repente me atacó un sueño abrumador. Me dieron pastillas para dormir, y se tomaron fotos obscenas de las que no me di cuenta. Y...
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